Me tocó imaginar que habías muerto,
Para concederme la ventaja que da el luto,
Sobrevivir sabiéndote presente no era posible,
Era muy difícil confundir a la mente.
Al principio la idea pareció descabellada,
Y el corazón rompió a carcajadas,
Tal artificio le pareció inaudito,
Pues corrompía las reglas del sistema.
Aunque él mismo terminó por entender,
que era mejor ejercicio que autodenominarse demente..