Y allí estaban,
Rosados,
Circundando mi ser,
Los guardianes del mensaje supremo,
Otros ojos los vieron en mis polos.
Yo solo los intuía,
pero hoy se manifestaron de pie,
firmes,
como respuesta a mis postreras dudas.
Y ahora resulta que tengo el don de la palabra.
El río vuelve a su cauce.