Huele a esencia de tierra
A rigor del sol sobre la cepa,
A rocío matutino bañando la negra urbe,
A filas de enredado verde despuntando el alba,
A los perfumes propios de la evocación.
No se puede discernir entre la locura y la decencia,
Liberamos taninos de sensualidad,
La cordura no tiene cabida,
Y los violetas se impregnan en el cristal de la noche callada.
Hermoso, ese recorrido de los sentidos.
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