Lo que provocó tu muerte
fue un exhalo de inspiración
profunda como el océano
en su punto máximo de quietud,
como tu inexplicable voz,
como la fortuna de lograr la felicidad.
Quiero heredar tus musas de amor eterno,
quiero incurrir en el más bello error,
quiero recordar dulcemente tu esencia,
no quiero dinero, solo poder amar en una sonrisa,
aunque yo tampoco haya nacido para eso.
Fue un placer conocerte y
abrazarme fuerte a tu legado.
Nos vemos en el lugar
que aún no se puede llamar amor.